lunes, 14 de septiembre de 2015

¡Digan whisky!


Hace muchos años, a mediados de la década del 90, con los avances de las tecnologías, algunos creyeron que el corrector ortográfico de Word podría reemplazar al corrector de la redacción. “Total –deben haber pensado- lo único que hacen es poner los acentos que faltan”. Claramente no es así. En la actualidad el corrector es un oficio casi extinto. No por que no haga falta, sino porque hay otras “urgencias” en el medio. No hay tiempo para segundas lecturas y los errores pueden llegar a pasar inadvertidos. Todo es ya, todo es ahora.
La muerte del fotoperiodismo es anunciada desde hace mucho tiempo. Fred Richtin, el mítico editor de fotografía del New York Times y autor del libro “Después de la Fotografía”, dijo en 1987 que “actualmente el fotoperiodismo se halla en un proceso de creciente agonía y se lo usa, en la mayoría de los casos, de modos artificiales en inanimados, mientras su credibilidad se enfrenta a serios desafíos editoriales tecnológicos”. Por temporadas, la paranoia crece y por momentos baja. Lo cierto es que cada vez los tiempos de desesperación son más largos con respecto a los de tranquilidad.