miércoles, 14 de febrero de 2018

Viajar un martes 13



Tal vez sea cierta la superstición.
Llegué hace un rato a mi casa, el viaje de vuelta de las vacaciones fue eterno. Tardamos más de 14 horas desde Sierra de la Ventana hasta CABA, casi 600 km. El único servicio que une estos destinos es de la empresa Condor Estrella. La salida se demoró solo 20 minutos, no es mucho realmente. Me costó dormir en el viaje, raro en mi que tengo la particularidad de caer en un sueño profundo casi en cualquier lugar. Me costó, tardé y me desperté a menudo.
A las 3 am, el micro se detuvo por completo al costado de la ruta, pasando un peaje. Nunca sabré cual. El GPS del celular no pudo mostrarme el mapa. Escuché a los choferes intentando arreglar algo. Darle marcha a un motor ahogado en reiteradas oportunidades (en mi poco conocimiento de mecánica ligera sé que no hay que insistir con eso porque se hace pelota la batería), llamar por teléfono a alguien y escuchar (absolutamente) toda la conversación: “Sacale el relé, pone el fusible, cambiá la correa….”. La conclusión que saqué es que los choferes no tenían la más pálida idea del micro.
Al rato arrancó. Me dormí.
Más tarde, volvió a pasar lo mismo. Saliendo de la terminal de San Miguel del monte. Tardó más en arrancar. Pero a los pocos kilómetros, al costado de la ruta se detuvo y fue definitivo. Esperé.
Esperé.
Esperé.