En diciembre el agua empezó a subir.
El Río Paraná, que siempre le trajo prosperidad de la mano de la pesca y el turismo, hoy se la lleva y no deja nada.
Los pobladores le temen a la Sudestada, que no deje que el agua se vaya.
Que se lleve la esperanza que les queda, que el agua comience a bajar en agosto para terminar de irse recién en febrero del año que viene.
Solo queda la esperanza.
Solo queda el pueblo.
domingo, 8 de mayo de 2016
Con el agua hasta el cuello
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